Siempre de los siempres he escuchado y hasta las he oído salir de mi propia bocota, las palabras «Monterrey es bien aburrido».
Y sí… puede que sí lo sea, pero muchas veces la culpa es de nosotros mismos.
Día tras día y noche tras noche, nos damos cuenta que nuestras salidas a divertirse son demasiado cotidianas, repetitivas y hasta sistemáticas. Y lo único que podemos hacer es simplemente quejarnos y decir que la ciudad no nos ofrece algo más… que no es como Barcelona y mucho menos como Nueva York, que simplemente es Monterrey, Nuevo León, !vaya, ni si quiera tiene playa o vida turística!.
Pero bueno volvamos al hecho de que en si el problema no es la ciudad, no son sus antros, sus bares, sus locales, su vida nocturna no es el problema. Tampoco los son sus museos, calles del centro, tiendas, centros comerciales, estos tampoco lo son. Cosas que hacer las hay, cosas que en si son divertidas y que de seguro si las estuviéramos haciendo en otro país sería sensacional y super cool. Pero que aquí nos da una rejodida hueva hacer.
Que por ejemplo ir todos los jueves al barrio antiguo, sea como un ritual (que ya fastidia a los 23 años) y que a al final terminas por ir simplemente porque no hay nada que hacer y quedarte en tu casa no es una opción.
Que los viernes termines borracho en una fiesta en casa de alguien, o en algún antro de la ciudad.
Los sábados igual.
Y los domingos o termines la fiestota que agarraste o le sigas hasta la madrugada del lunes. Todo para volver al trabajo y la rutina diaria (eso va para los que trabajan, yo simplemente vuelvo a mi rutina diaria de no hacer nada) y esperar con ansias que sea el jueves para volver a empezar.
Lo vuelvo a repetir la ciudad no tiene la culpa, los culpables somos nosotros que cada vez queremos más y más. Que realmente todo lo que dije antes es divertido. Convives, bailas, te drogas, te emborrachas, quieres a los demás y los demás te quieren, eres el alma de la fiesta y aún así terminamos diciendo que fue algo de todos los días. Queremos lo que vemos en otros lados, queremos reventarnos la cabeza como si estuviéramos en una ciudad cosmopolita, hasta la madre de alcohol y drogas. Queremos que nuestra ciudad sea más bonita y agradable para caminar por las callecitas y disfrutar de una buena platica en un cafecito. Queremos que en la ciudad tengamos eventos, tocadas, desfiles y fiestas de esas como las que pasan en la tele.
Queremos todo eso, pero la verdad es que lo tenemos enfrente, lo estamos viviendo y por la apatía que le tenemos a todo nuestro alrededor simplemente lo rechazamos. Poco a poco nos hemos convertido en robots amargados y programados para rechazar todo lo que de nuestra ciudad provenga, por el simple hecho de hacer de las cosas un asunto cotidiano, un asunto aburrido y sin sentido. ¿Acaso le hemos perdido el sabor al agarrar una borrachera de fin de semana?, ¿El hecho de meterte cocaína ya es algo tan normal como fumarte un cigarrillo?, ¿Realmente hemos hecho tanto las cosas que ya nos llegan a aburrir?, ¿Realmente el asunto cambiaría si en lugar de emborracharte en la casa de un amigo te emborrachas en un departamento frente a Central Park?.
No sé.
La verdad es que yo sí me divierto en esta ciudad, pero también es cierto que mucho tiempo pensé todo lo anterior.
Tal vez sea que estoy madurando y comienzo a comprender a la vida.
(Me encanta el misticismo de un pensamiento en voz en off, como la voz de Kevin Arnold de adulto en Los Años Maravillosos.)
la marcha de las anorexicas 